Cuando los obstáculos bloquean nuestras metas
No es fácil cumplir con lo que nos proponemos. . . tal vez porque no lo consideramos tan importante
Por Sara Trejo de Hernández
“¿Quieres bajar esos kilitos de más? Este producto te ayuda a tener una figura escultural. Solo toma una malteada en la mañana y otra en la noche, lleva una dieta balanceada y haz ejercicio”. A principio del año se incrementan anuncios de este tipo en todos los medios de difusión y en las promociones de las tiendas de autoservicio. No cabe duda que después de las fiestas de diciembre, ponernos en forma y bajar de peso, es pertinente.
Establecer nuevas metas es una buena costumbre. Pero si no nos cuidamos, los obstáculos nos vencerán.
Para los cristianos el leer la Biblia entera, es básico. La pastora Edna Lee de Gutiérrez comentaba a sus alumnos de Antiguo Testamento: “Los libros más leídos de la Biblia son Génesis y Mateo, porque iniciamos con bríos a leer el Antiguo Testamento, pero conforme pasa el año, el entusiasmo decae y en Éxodo se deja el proyecto. Al año siguiente se decide leer el Nuevo Testamento, por ser más sencillo. Entonces se comienza con Mateo, para abandonar la lectura en Marcos o Lucas”.
Nos falta autodisciplina para ser constantes. Cuando se quieren establecer nuevos hábitos, deben practicarse, por lo menos, durante 40 días consecutivos para convertirlos en parte de la vida.
Orar por el problema es de mucha ayuda. Recuerdo a un líder con una relación bien cimentada en Cristo que comentó: “Tenía problemas para levantarme y tener mi tiempo con Dios. Así que oré al Señor pidiendo su ayuda y me la ha dado. Él se encarga de despertarme y yo decido levantarme a tener ese encuentro con él”.
Otro obstáculo se levanta cuando nuestras prioridades se oponen a nuestras metas. Conocí a una joven que estaba decidida a aprender inglés y tomó la mañana del sábado para eso, pero no le quedaba tiempo para su familia, así que por el momento desistió de ese plan.
Cada año deseamos lograr cosas nuevas, pero debemos considerarlas a la luz de nuestra relación con Dios, tomar en cuenta a la familia, revisar el tiempo, los gustos y las habilidades adquiridas al momento. Entonces se puede decidir qué hacer.
Antes de establecer nuevos propósitos, en primer lugar busquemos al Señor, preguntemos qué quiere que hagamos, después revisemos lo que tenemos en el corazón, ¿realmente es una orden del Señor? ¿Se opone a nuestras prioridades? ¿Cuál es el costo en tiempo, dinero y dedicación para cumplir con esto? ¿Estamos dispuestos a pagar ese precio?
Ahora sí, manos a la obra. Pongamos por escrito en un lugar visible nuestras metas. Cuando entre el desánimo, la duda o sintamos que flaqueamos, ese papel nos recordará que no solo fue un impulso nuestro, sino una dirección del Padre. Así será más fácil llegar al final.
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El cansancio
Mi cansancio no desaparecía hasta el jueves de la siguiente semana
Por Sara Trejo de Hernández
Mi esposo y yo nos sentíamos cansados desde que despertábamos hasta que nos íbamos a la cama. Por varias semanas, a pesar de tener el sábado y el domingo, seguíamos igual.
Me empecé a preocupar, ¿qué haríamos para solucionar esa situación? ¿Cuáles de nuestras actividades podíamos recortar para descansar? Pensé que debíamos tomar vitaminas y dormir un poco más temprano.
Estaba en eso, cuando recordé que el cansancio se produce por diferentes situaciones, puede ser físico, emocional, mental o espiritual y muchas veces se relacionan.
Si es físico el agotamiento, una buena alimentación y descanso junto con unas buenas vitaminas harán la diferencia. En una ocasión estaba tan débil que me costaba trabajo aun levantarme en la mañana, pensé que estaba deprimida. Me inyectaron vitamina B y sentí como si la vida me hubiera regresado al cuerpo. Sin embargo, si no hubiera desaparecido sería una señal de alguna enfermedad y debería ver a un médico para que me hiciera exámenes y determinar qué lo producía. Podría ser un problema de tiroides, corazón o hepatitis, entre otros.
Las emociones de dolor, temor y tristeza desgastan mucho. Y como somos personas integrales, no podemos separar lo que sentimos de las reacciones de nuestro organismo. Por eso al estar frágil una parte, se afectan las otras. Descubrir qué ocasiona esos sentimientos y solucionarlo es muy oportuno para resolver nuestra situación. Cuando mi hijo se divorció me sentía agotada, eso afectaba mi desempeño diario en el trabajo y el hogar. Tuve que buscar ayuda para salir de ese bache.
En lo mental sucede de una forma similar. La debilidad puede producirse por estrés, ansiedad, exceso laboral o nervios. Así que dormir y comer bien, además de hacer ejercicio mejoran nuestra condición.
Por último, en la parte espiritual, el cansancio debido a una desobediencia como la de David, cuando adulteró con Betsabé y mató a su esposo, provocó que expresara: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos, en mi gemir todo el día” (Salmo 32:3). Su dolor era físico, emocional, mental y espiritual.
En el caso de Elías, cuando luchó en contra de los 450 profetas de Baal, y los 400 profetas de Asera, se cansó tanto que su oración expresó su agotamiento: “Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”. Estaba experimentando todos los tipos de cansancio.
En una ocasión me sentí así. Mi esposo y yo llegábamos cada domingo al lugar de reunión, para armar los salones en donde los niños tenían sus clases. Había que subir muebles y materiales en un edificio de tres pisos y al final del día, guardar todo. Solo llegábamos él y yo con dos o tres personas más.
Mi cansancio no desaparecía hasta el jueves de la siguiente semana. Uno de esos domingos, cuando llegué a casa me puse a llorar. En cuanto comí, sentí algo de alivio, pero la verdad es que me sentía triste por la falta de apoyo y en mi espíritu también estaba cansada. Mis hermanos no eran capaces de ver el esfuerzo extenuante que estábamos haciendo y no llegaban los refuerzos, eso me entristecía, frustraba y desanimaba. Dios puso el remedio y nos liberó de esa tarea.
He aprendido que el cansancio es una señal de alerta para revisar cada área de mi vida y hacer lo necesario para corregir lo que no anda bien. Existen metas y objetivos por los que bien vale la pena sentirme así, pero debo revisar si es la voluntad de Dios o solo es mi locura por hacer cosas.
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Salud integral
¿A quién le gusta estar enfermo? Todos buscamos estar sanos. Invertimos tiempo y dinero buscando que nuestra mente y cuerpo se encuentren en buenas condiciones.
"La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". OMS 1948
Por Nallieli Pérez Mercado
¿A quién le gusta estar enfermo? Todos buscamos estar sanos. Invertimos tiempo y dinero buscando que nuestra mente y cuerpo se encuentren en buenas condiciones.
La organización Mundial de la Salud (OMS) estableció lo que es la salud integral en 1948. "La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Esta definición incluye un componente subjetivo importante que se debe tener en cuenta en las evaluaciones de los riesgos para la salud.
De acuerdo con esta definición, la salud no es solo la ausencia de enfermedades, sino una condición del desarrollo humano que cada individuo debe cuidar y conservar. Debemos estar conscientes de que necesitamos cuidarnos y analizar qué partes debemos entregar a Dios para que por su gracia nos ayude a cambiarlas.
Es primordial iniciar el día con nuestro tiempo con Dios. A veces el tiempo y las distancias al trabajo u otras actividades lo dificultan, pero esto es lo más importante para mantenernos saludables.
Aquí unos tips para buscar la salud integral:
Salud mental
La salud mental se refleja en el trato que tenemos con la familia, los compañeros de escuela y de trabajo. Incluye a aquellos con los que nos relacionamos en actividades recreativas y en nuestra comunidad. Lo que pensamos influye en estas relaciones. Así que mantener nuestra mente alineada a Cristo nos ayuda a iniciar el día con su guía.
Salud física
La salud física tiene que ver con nuestro cuerpo. Lo que comemos, lo que bebemos y el ejercicio que hacemos.
Iniciemos el día estirando nuestro cuerpo. Propongámonos hacer ejercicio diario o cada tercer día. Este, oxigena nuestro organismo, previene ciertas enfermedades y mantiene nuestros músculos fortalecidos para nuestras actividades.
Pidámosle a Dios que nos muestre lo que necesita nuestro cuerpo, revisemos y practiquemos ciertos ejercicios y veamos con cuáles nos sentimos más cómodos. Recordemos que mantenernos activos y sanos, también glorifica a Dios.
Salud emocional
La salud emocional es el manejo de los sentimientos, pensamientos y comportamientos. Es importante reconocerlos, llamarlos por su nombre, aceptarlos, integrarlos y aprovechar la energía que generan para que estén al servicio de los valores.
Las personas emocionalmente sanas controlan sus sentimientos de manera asertiva. Se sienten bien acerca de sí mismos. Tienen buenas relaciones personales y han aprendido a hacerle frente al estrés y a los problemas de la vida cotidiana.
Sí se puede estar enojado sin ser grosero o estar triste por un momento, pero no para siempre. Al llevar los problemas a Cristo, Él da la salida, la fuerza y la respuesta para seguir adelante con gozo.
La salud integral no solo se trata de estar bien y sentirse bien, sino de reconocer a nuestro Creador, darle gracias y entender que nos cuidamos para Su honra y gloria.
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