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Tú puedes prevenir la influenza

Foto por Marian Ramsey

Por Karina Rodríguez Chiw

La influenza estacional puede resultar más grave de lo que se cree, sin embargo, es posible prevenirla si te cuidas y te vacunas a tiempo. 

De acuerdo con estudios recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en promedio, de tres a cinco millones de personas padecen influenza y de esos casos, debido al descuido, se llegan a derivar de 250 a 500 mil muertes. 

Aunque se considera que este padecimiento, comúnmente conocido como gripe es leve, las complicaciones en niños pequeños y adultos mayores pueden representar un peligro para su vida.

¿Qué es?

La influenza estacional es una infección aguda causada por un virus que afecta el sistema respiratorio y que se contagia fácilmente. Muchas veces se confunde con un resfriado común (catarro), pero son muy diferentes. Generalmente, la influenza presenta un cuadro febril importante, dolor de cabeza y muscular, tos, malestar general y dificultad para respirar.

En cambio con el resfriado común hay flujo nasal y la fiebre, si es que existe, es mínima y nunca deriva en problemas respiratorios.  Pero es importante destacar que a veces “sus manifestaciones clínicas pueden variar desde pocos síntomas que se confunden con un cuadro de catarro, hasta síntomas importantes provocados por una neumonía grave que pueden poner en riesgo la vida del paciente”, afirma la  Dra. Norma Angélica Matías Juan, Infectóloga Pediatra, médico adscrito al Servicio de Pediatría del Hospital de Infectología del Centro Médico Nacional de la Raza.

Por otra parte, la especialista señala que “la influenza puede permitir que otras bacterias se agreguen y causen otras enfermedades como infecciones bacterianas, que comprometen la vida”.

La influenza tiene una serie de sustancias que facilitan la adherencia de los procesos bacterianos, y estos se vuelven mucho más agresivos por las condiciones de la ciudad. 

Para tomar en cuenta

La Infectóloga pediatra advierte que la influenza no siempre aparece con síntomas respiratorios, a veces inicia con manifestaciones gastrointestinales con vómito y dolor abdominal, e incluso puede haber alteraciones hematológicas que provocan sangrados debido a que las plaquetas, responsables de la coagulación, disminuyen. Estos síntomas nos avisan desde un principio que será un cuadro grave de influenza. 

Su origen

Existen tres tipos de virus de la influenza que tienen la capacidad de infectar a los humanos: A, B y C. Solo los tipos A y B son la causa de las epidemias que suelen ocurrir cada invierno. “El AH3N2 y el B son los virus que predominantemente circulan y son la causa de que las epidemias proliferen sobre todo en época invernal, aunque el virus puede circular todo el año”, comenta la especialista.

Síntomas de la influenza

  • Fiebre (generalmente alta)

  • Dolor de cabeza

  • Respiración agitada o problemas para respirar

  • Cansancio extremo

  • Tos seca

  • Dolor de garganta

  • Falta de apetito

  • Secreción o congestión nasal

  • Dolores musculares

  • Síntomas estomacales como náusea, vómito y diarrea 

La falta de atención a estos síntomas puede derivar en complicaciones como neumonía bacteriana secundaria o viral, crisis convulsivas, encefalitis y hasta el agravamiento de enfermedades crónicas como la insuficiencia cardiaca congestiva y diabetes.

De fácil contagio

Se transmite generalmente de persona a persona, por ejemplo: si alguien tiene contacto con las gotitas de saliva de un individuo enfermo que está a un metro o un metro veinte centímetros puede contagiarse. El virus no vuela, muchas veces cae sobre superficies como una mesa, computadora, teléfono, y si alguien llega y toca esos aparatos o muebles y después lleva sus manos a sus ojos, boca o nariz, podría adquirir la enfermedad.

Quienes están infectados con este virus pueden contagiar a otros desde un día antes de enfermarse, e incluso de cinco a siete días después de enfermarse. Esto significa que una persona puede transmitirla no solo cuando está enferma, sino desde antes de saber que lo está. 

Los más susceptibles

En realidad “cualquier persona de cualquier edad y condición puede adquirir la infección y tener complicaciones. Sin embargo, hay grupos llamados “de riesgo” porque tienen más probabilidad de enfermar gravemente o de morir por influenza”. La población más vulnerable y quienes deben vacunarse obligatoriamente son:

Niños menores de dos años 

Adultos mayores de 60 años 

Individuos con ciertas condiciones médicas como: Enfermedades crónicas, cardiacas, pulmonares, renales, hepáticas, diabetes, con VIH, leucemia, problemas reumatológicos o con un sistema inmunológico débil. 

En México, el grupo de mayor riesgo en niños es de 6 meses a 5 años. Les afecta más porque generalmente la multiplicación viral en ellos es más rápida, por lo que la posibilidad de mayores complicaciones es muy grande. 

Más vale prevenir…

El primer paso y más importante es la prevención a través de la vacuna elaborada con virus muertos que se administra mediante una inyección, generalmente en el brazo. Actúa al generar anticuerpos en nuestro cuerpo para prevenir la enfermedad. Está aprobada y recomendada para aplicarse cada año en personas mayores de 6 meses, incluidos los individuos sanos y aquellos con condiciones médicas crónicas.

Si a un bebé que tiene más de 6 meses no se le ha puesto nunca, deberá recibir dos dosis con un mes de diferencia. Pero si un niño ya es mayor de nueve años, la dosis deberá ser solo una vez al año, aunque nunca se la haya puesto. Para proteger a los bebés, se recomienda que en el embarazo las mujeres se vacunen y también unos pocos meses después de que nazca su hijo. 

Los niños menores de seis meses están en mayor riesgo de tener complicaciones si contraen influenza. Sin embargo, son demasiado pequeños para vacunarse. Para protegerlos es importante que los miembros de la familia y sus cuidadores sean vacunados. 

La vacunación 

Debe iniciar en septiembre o tan pronto como la vacuna esté disponible y mantenerse durante toda la temporada de influenza: diciembre, enero, febrero y más allá. Ya que la duración de las temporadas de influenza varían año con año. Si no nos vacunamos en septiembre u octubre es importante hacerlo en enero, porque los brotes de gripe pueden ser aún mayores en febrero y marzo.  

La vacuna se puede aplicar en cualquier época del año, sin embargo es muy importante incrementar la protección en la época invernal que es cuando más circula el virus.

¿Por qué cada año?

El virus de la influenza es mutante, es decir, cambia constantemente. Esto le permite volver a afectar una y otra vez a la misma persona sin que su sistema inmunitario lo reconozca. Por ejemplo, alguien infectado con este virus desarrolla anticuerpos contra él; pero cuando el virus cambia, el anticuerpo no lo reconoce, de modo que se vuelve a producir una infección. Es por eso que la vacuna aplicada la temporada pasada no puede proteger contra los virus más recientes y debe actualizarse para incluir los virus actuales. 

Existen medicamentos antivirales recetados por los médicos que atacan la influenza cuando esta ya se ha manifestado, pero solo son una segunda línea de defensa para tratarla, y no deben sustituir a la vacuna.

Efectos secundarios

Los virus en la vacuna contra la influenza están muertos (inactivados), por lo que al aplicarse no se puede contraer la enfermedad. Pero pueden presentarse efectos secundarios leves como:

Dolor, enrojecimiento o hinchazón donde se aplicó la inyección

Fiebre (leve)

Malestar 

Suelen durar de uno a dos días. En raras ocasiones causa problemas graves como reacciones alérgicas. 

La vacuna contra la influenza forma parte del Esquema Nacional de Vacunación en México y es gratuita. 

Otras medidas de protección

Cubrirse la boca al toser y estornudar con un pañuelo desechable y tirarlo a la basura después de usarlo. 

Mantenerse alejado de personas que están enfermas.

Lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón. Si estos no están disponibles, usar un desinfectante para manos a base de alcohol. 

Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca. 

Si alguien en casa está enfermo, es importante mantener a esa persona en una habitación separada de los demás.

Tirar a la basura pañuelos y otros artículos desechables usados por las personas que están enfermas en casa. 

Desinfectar las superficies como mesas, cubiertas de cocina, superficies del baño y juguetes frotándolos con un desinfectante casero. 

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